Aglutinar la bohemia literaria española en una sola etapa resulta del todo imposible. El intervalo temporal va de 1860 a 1930, de un ideal romántico y soñador hacia unos ideales estéticos y socialmente comprometidos. Al rededor de 1880 se forma en Madrid el cenáculo bohemio más sólido de donde saldrían escritores (narradores y poetas) de importancia; es el grupo que recibió el nombre de gente nueva (por el libro de Luis París) o germinalistas (porque escribían artículos en el periódico Germinal). En este círculo reúnen sus fuerzas periodísticas y literarias, entre otros, Ernesto Bark, Alejandro Sawa y Joaquín Dicenta, quienes coinciden políticamente en unos ideales comprometidos por la igualdad social, y por el anticlericalismo, y estéticamente defienden una literatura alejada de la ortodoxa y burguesa. El sueño de la bohemia, en realidad, nunca desaparece y es siempre compartido desde la primera época, es frecuente y de carácter biográfico el tema del escritor provinciano que ansía la gloria literaria en la capital. El estilo literario del escritor bohemio va unido de forma inherente a las corrientes realistas y modernistas, si bien, en la última etapa se notan los influjos de las vanguardias, sobre todo de la corriente ultraísta.