Archivo mensual: febrero 2012

Al principio todo parece fácil. «Seguro que el primero nos dice que sí». «Es un caramelo para cualquiera». «Nuestra historia le gustará a todo el mundo, se matarán por hacérnoslo». «¡Si además le vamos a pagar!». Pero llega la cruda realidad: nadie tiene tiempo, disponibilidad o ganas.

Y es que encontrar un prologuista para tu futuro libro no es tarea fácil. El primer error es el nuestro: porque el libro es nuestro (aunque, en este caso, no lo hayamos escrito nosotros, ya que somos «solo» sus editores), nos gusta y nos encanta, y pensamos, en esa hinchazón orgullosa de sentirnos creadores, que poco menos que cualquiera se prestará a perder un brazo antes que dejar pasar la oportunidad de prologar semejante historión. Por eso, paremos, y dejemos a un lado nuestra ansia maternal de cuidar del retoño, de deleitarnos en su creación, porque parte de esa creación es que alguien nos prologue, y esa persona no lo ha parido como lo hemos hecho nosotros.

Así que nos ponemos manos a la obra. Empezamos el contacto con un maravilloso crítico de cine, columnista de un diario importante, pero no puede prologarnos, por acumulación de trabajos; nosotros le creemos y seguimos pensando que es maravilloso, pero no puede ser. Nos lanzamos a la calle, y nos plantamos en un estreno en el que esperamos encontrar a nuestra segunda opción, un director de cine, así de ambiciosos somos. Nuestro vestido de las ocasiones especiales se queda sin brillo cuando ni siquiera nos podemos acercar al photocall por donde ha de pasar nuestro objetivo… que no aparece en el anunciado estreno de su propia película. Como somos poco proclives al desaliento, seguimos buscando, y recurrimos a un contacto de una amiga periodista que nos pone en comunicación con la plana mayor de la sección de cultura de su periódico. Su intento es buenísimo, muy certero, pero nadie responde. Finalmente, encontramos a un autor, mexicano, como el autor de nuestro libro, que está encantado y dispuesto a prologarnos. Y no nos ha costado más esfuerzo que el pedírselo, solo teníamos que tenerlo realmente claro y saber con quién contar: con la mejor opción. Grande entre los grandes, Bernardo Fernández, «Bef».

Los caminos de la edición se nos antojan extraños e insondables, pero al fin nuestro prólogo ya está en marcha. Así que fumata blanca en nuestra humilde chimenea, de las vicisitudes pasadas para conseguir a la mano que mecerá la cuna del bebé ya no nos acordaremos más. ¡Habemus prologuistam!

Encontramos algunos sellos postales de George Sand. Algunos son conmemorativos del centenario de su muerte y otros pertenecen a antiguas colecciones francesas.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una razón de peso para leer este libro en vuestro trayecto diario al trabajo, a clase, a casa… ¡Siempre y cuando no vayáis al volante, claro!:

En Medellín (Colombia) puedes leer (a) Tomás Carrasquilla cada vez que subes al metro… ¡tiene un vagón con su nombre! 😉

Tomás Carrasquilla se sube al metro

(Para más información, pincha aquí)

Qué mejor manera de presentar la obra de nuestro autor que con palabras escritas por el mismo acerca de su literatura. Ahí os va un pequeño extracto:

«Tratábase, una noche, en dicho centro (El Casino Literario de Medellín dirigido por Carlos E. Restrepo), de si había o no había en Antioquia materia novelable. Todos opinaron que no, menos Carlosé y el suscrito. […] quería probar, solamente, que puede hacerse novela sobre el tema más vulgar y cotidiano. […] se me ha instado, se me han dado datos, se me han ofrecido los que quiera para que escriba una novela de la alta sociedad. No haré tal, probablemente. Las clases altas y civilizadas son, más o menos, lo mismo en toda tierra de garbanzos. No constituyen, por tanto, el carácter diferencial de una nación o región determinadas. Ese exponente habrá de buscarse en la clase media, si no en el pueblo».

Autobiografía, Tomás Carrasquilla (en Obra Completa. Tomás Carrasquilla, Volumen 1. Ed. Universidad de Antioquia, Colombia).

La escritora catalana Laura Freixas se refiere a George Sand en su libro Literatura y mujeres:

«La mujer artista, escritora o intelectual ocupaba [en el siglo XIX] un territorio ambiguo: o carecía de identidad sexual –recordemos nuevamente a Valera: «neutralizarlas, jubilarlas de su sexo» o reunía ambas. De ahí el inquietante elogio consistente en calificarlas de «viriles». A «Víctor Català» (Caterina Albert) se le alababa su «estilo vigoroso, digamos masculino». su «prosa víril»; el mismo calificativo, «viril», solía aplicarse a Emilia Pardo Bazán; Clarín decía de ella: «Escribe a lo hombre». De George Sand decía Turgueniev: «Qué hombre valiente fue y qué buena mujer», y Flaubert la apostrofaba: «Oh tú, del tercer sexo» […] Evidentemente, calificar de masculina a la mujer artista es la manera más simple de reconocer los logros de una mujer determinada, sin por ello cuestionar el axioma según el cuál la feminidad y creatividad son incompatibles […] Pues no fueron muchas las que tuvieron el valor de desafiar a la sociedad llevando vidas de hombre y por lo tanto escandalosas, a lo George Sand. La mayoría optó por la estrategia contraria: se presentaron como seres humildes, ignorantes, inocentes y llenos de buenos sentimientos; en una palabra: la quintaesencia de la feminidad, tal como la época la entendía». (Freixas, 2000, 130, 135)

Una de estas NO es una mujer, a que no adivinas cuál

Todo el mundo ha oido hablar de los Drag Queens…y de los Drag Kings? pues haylos también. Mujeres que se ‘disfrazan’ de hombres. Espera, tras guglear un poco tengo que rectificar: personas que se disfrazan de hombres, no han de ser necesariamente mujeres. Un hombre puede entonces disfrazarse de hombre, ser ‘más’ hombre digamos :-/ Pregunten si no a Chuck Norris.

Total, que nuestra querida George Sand (aka Amandine Aurore Lucile Dupin) fue una pionera en esto de la permormatividad del género allá por el S.XIX, creándose una personalidad ‘masculina’ y usando vestimentas de hombre en espacios públicos para que se la tomara más en serio, profesionalmente hablando.

Está entre las fotos..comparen con la dulce princesita ‘lila’ del lateral y hagan sus apuestas.

George Sand, su vida y su época

Su vida

Esta descendiente de Maurice de Saxe. (hijo natural del rey de Polonia, Augusto II), de la que Renán decía «no tuvo el siglo una herida, de la cual su corazón no haya sangrado, ni tina enfermedad que no le arrancara quejas armoniosas» y Turgeniev: «es una de nuestras santas», vino al mundo en París el 5 de junio de 1804, se casó pronto, demasiado quizás, con Casimir Dudevant y de este matrimonio nacieron dos hijos: Maurice y Solange. Fracasado el matrimonio desde el primer momento Aurora, que ya escribía, pero no publicaba, comienza una serie de relaciones extramatrimoniales, más o menos tormentosas, a la manera romántica, Aurelien de Séze, Jules Sandeau («Esta mujer es un cementerio», decía de ella, casi todos sus amantes murieron antes), y entre otros Musset, una aventura tormentosa y apasionada («insensato, me dejas en el mejor momento de mi vida, el día más verdadero, el más apasionado, el más sangrante de nuestro amor»), Chopin («su alma es todo poesía, todo música»), pero la vida era imposible con él.

Su obra

La obra de George Sand es muy discutible, quizás lo más interesante sea Historia de mi vida, la Correspondencia y los Diarios íntimos donde su estilo que Stendhal calificaba de «abominable amaneramiento», es menos afectado, y menos pretencioso, y a nivel del contenido es menos moralista, más directa y sincera. Esta escritora, que como ella intuía («creo que dentro de cincuenta años seré olvidada y quizás completamente desconocida») no cuenta demasiado en el panorama literario. causó sensación en su época, y si bien Nietzsche se refería a ella definiéndola como «esta terrible vaca a escribir que tenía algo de alemana en el mal sentido del término», muchos de sus contemporáneos no le escatimaron los elogios.Trabajadora incansable, sus primeros escritos datan de 1829 Viaje a España, Viaje a la Auvergne, pero empieza realmente a escrbir cuando se encuentra a Jules Sandeau, juntos publican Rosa y Blanco, firmado J. Sand y solo en 1832 nace para la literatura George Sand, con Indiana (la lucha del amor absoluto contra las contradicciones e imposiciones de la civilización), más tarde Leila…

Artículo completo: http://elpais.com/diario/1977/03/18/

Augusto d'Halmar

Augusto Goemine Thomson, o Augusto d’Halmar como es más conocido, fue un notable escritor chileno. Pero además de escritor también desempeñó funciones como redactor de revistas, cónsul, viajero, conferenciante, funcionario de biblioteca, director de un museo…Y todo esto en una vida de 68 años, ¿interesante, verdad? Todavía hay más. Aquí van cinco cosas que seguro no sabías aún de este literato:

  1. Fundó la Colonia Tolstoyana en 1904, junto a Fernando Santiván y Julio Ortiz de Zárate.
  2. Recibió el Primer Premio Nacional de Literatura de Chile.
  3. Escribió la primera novela en castellano que trata explícitamente el tema homosexual.
  4. Tuvo relación en Madrid con autores de la Generación del 27. Está documentada su amistad con personajes de esta generación literaria así como su participación activa en charlas.
  5. Fue condecorado por Francia al ser herido como corresponsal de guerra.

El soltero

  Jack Sparrow y Kim Dotcom son dos piratas de segunda división, unos losers. Al primero no se le conoce relación estable —excepto con Jerry Bruckheimer Films—, y el segundo, rey de todos los piratas de las descargas en Internet, tiene problemas de erección y varices del tamaño de una boa constrictor. Estos son los piratillas de hoy, pero, aunque cueste creerlo, hubo un tiempo en el que la piratería se llevaba a las chatis de calle y hasta las damiselas más decentes se desmayaban al paso de un filibustero cool, de esos que iban a pecho descubierto cortando cabezas, sin necesidad de hacer ostentación de visas platino. De más está decir que nos congratula que Kim Dotcom no se quite sus camisas negras para nada.

 

Con camisa, gracias

Los filibusteros del siglo XVII sí que molaban; eran canallas que se dedicaban a saquear villas, quemar casas, asaltar galeras y violar mujeres; lo sorprendente es que incluso un filibustero, la alhaja que hemos descrito, podía tener principios y, lo que es más difícil todavía, enamorarse. Y es posible que la dama en apuros (una jamelga auténtica y no Keira Knightley haciéndonos creer que puede blandir una espada que pesa lo mismo que ella) pudiese preferir al horrible pirata (el malote) en vez de marcharse con el héroe (estirado y flacucho pero, ojo, de buena familia).

  Pues bien, estos son los ingredientes que hacen de El filibustero una novela pulp y de serie B, y a nosotros nos corresponde darle luz, prólogo, color, forma y cubiertas (las ilustraciones, un trabajo de chinos, nos las envían desde el Lejano Oriente, y no es una metáfora). Este blog está abierto a loas, halagos, panegíricos, comentarios eruditos e insultos fundamentados: si nos hacéis la pelota, claro, tenéis más oportunidades de ganar uno de los libros que se rifan.

  Atentos a la cuenta atrás, porque cuando esté a cero El filibustero habrá atracado en nuestra costa y nosotros nos iremos de vacaciones al pueblo, como siempre.