Herminia Brumana (1897-1954) nació y creció en Pigüé, un pequeño pueblo a los pies de la sierra de La Ventana, en La Pampa argentina. Fue maestra por vocación y una prolífica escritora.
Una fuerte preocupación por los problemas que hostigaban a su comunidad la llevó a militar en las filas anarquistas y socialistas argentinas. Tras su matrimonio con el dirigente socialista Juan Antonio Solari, se radicó definitivamente en Buenos Aires.
Escribió cuentos, ensayos, conferencias y notas de viaje. Entre sus libros destacan Palabritas (1918), publicado con sus ahorros para enseñar a leer a sus alumnos; Cabezas de mujeres (1923), Mosaico (1929), La grúa (1931), Cartas a las mujeres argentinas (1936) y Me llamo Niebla (1946). Colaboró también con revistas argentinas de corte anarquista y recorrió Estados Unidos y México para hablar de las grandes figuras de la literatura de su tierra.
Su obra defendió los derechos de las mujeres y el poder transformador de la literatura. «Yo no sé pedir favores, solo sé pedir justicia». Otras mujeres han podido recorrer grandes distancias por el camino que les franquearon las pioneras como Herminia Brumana.
Quiero volver a ser yo, de una pieza, sin temores pueriles, y enseñar a mis alumnos a mirar la vida de pie y a prodigarse, ¡que es la única manera de no agotarse jamás!