La escasa historia editorial de este libro es reflejo de las singularidades historiográficas de nuestro país. Acero de Madrid se publicó originalmente en el año 1938, año en el que recibió el Premio Nacional de Literatura. Hasta 1979, con el retorno de la democracia, no volvió a editarse. Tuvieron que pasar de nuevo casi cuarenta años hasta la siguiente reedición, que tuvo lugar dentro del primer volumen de las obras completas de la narrativa de José Herrera Petere, edición crítica a cargo de María Dolores Gimeno Puyol. La presente es la cuarta edición, y con ella queremos ofrecer esta novela, pieza clave de la historia y de la literatura españolas contemporáneas, a los lectores no especialistas.
El fuerte vínculo de Acero de Madrid con su contexto político e histórico explica el estado de la primera edición: la urgencia de esta literatura, utilizada como un arma más entre las disponibles para defender la República en plena guerra, conlleva una escritura rápida. Resultado de esto es la falta de una edición cuidada, primero, por parte del autor al citar nombres y versos de memoria; y segundo, por parte del proceso editorial, con criterios ortotipográficos cambiantes.
En cuanto a préstamos y neologismos, mantenemos la ortografía y las cursivas originales, tanto en términos que hoy forman parte del léxico común pero que en la época resultaban novedosos y en cuyo uso se percibe muchas veces un afán de modernidad que se perdería si se españolizaran las grafías, como en aquellos casos de palabras que todavía hoy son inusuales. Detrás de estas cursivas descubrimos a veces etimologías sorprendentes: los pacos son los ‘disparos aislados’ o ‘francotiradores’, palabra onomatopéyica originada durante las guerras en las posesiones españolas en África.
La inmediatez de Acero de Madrid tiene también consecuencias como la densidad de la información histórica, pues la obra nace dirigida a un lector estrictamente contemporáneo de la escritura, que no requería de mayor contextualización. Para que el lector pueda extraer todo el sentido al texto es necesario un cierto conocimiento de la época. Por ello, incluimos un apéndice que favorece la comprensión del periodo. Se trata de un ensayo historiográfico, firmado por el historiador Alejandro Pérez-Olivares, que versa sobre los episodios y figuras más importantes de la Guerra Civil en Madrid. Ofrecemos también una pequeña selección de fotografías de archivo cedidas por el Archivo Histórico del PCE y que hemos seleccionado por su valor documental y representativo.
Como jóvenes editores, queremos hacer valer nuestro derecho generacional a conocer la historia del país en el que vivimos, más aún cuando los testimonios directos de quienes vivieron la guerra son cada vez más escasos. La disposición al sacrificio comunitario que se observa en estas páginas interpela al lector contemporáneo, conformado en una sociedad profundamente individualista. Además, las palabras de Petere conmoverán a muchos lectores porque, contra lo que podía leerse en aquella famosa pancarta atravesada de lado a lado en una de las entradas de la plaza Mayor, los golpistas sí pasaron, Madrid no resistió, y las consecuencias han sido tan profundas y duraderas que, lejos de concluir en 1975, perduran todavía, pueden leerse en el nombre de nuestras calles, se observan en la configuración ideológica de nuestra sociedad y de nuestra clase política. En este sentido, el prólogo de Alberto Garzón plantea la hipótesis de que la transición a la democracia no fue más que un cierre en falso del debate que había quedado forzosamente aparcado durante la Dictadura.