«Si en el oro están comprendidos todos los valores,
en la sencillez están comprendidas todas las virtudes.»
Tomás Carrasquilla
Resulta chocante descubrir cómo un autor al que se ha acusado de emplear un estilo alambicado y de difícil lectura se desenvolvía sin ningún artificio en su vida diaria. Aunque Carrasquilla podía ser un crítico terrible con sus enemigos, era también un polemista formidable al que le gustaba frecuentar las tertulias literarias y los cafés de Medellín, donde no tardaba en enzarzarse en airadas discusiones con otros escritores, pues no era el antioqueño hombre de guardarse opiniones.
De orígenes humildes, antes de alcanzar la fama con sus obras desempeñó los más variados trabajos para subsistir: en distintas épocas de su vida fue sastre, atendió el dispensario de una mina, trabajó como secretario de un juzgado, e incluso ocupó una plaza de funcionario ministerial; que le proporcionaron un amplio conocimiento de los distintos estamentos que formaban la sociedad de su tiempo y un fino oído para los dialectos y las diferentes formas del habla, detalles que luego adoptaría en sus escritos.
Continuará…