La señora Fitzroy no aprobó la unión debido a la tierna edad de la joven pareja. Rebecca tenía treinta y seis años, y el capitán Roger, no más de sesenta y tres.
En el salón de su casa, Jane Austen se muestra pícara y descarada, mientras escribe para provocar la risa de los suyos. Esta selección de pequeñas piezas de juventud alberga una comedia en dos actos, doscientos años de historia de Inglaterra (orgullosamente firmada «por una historiadora parcial, prejuiciosa e ignorante») y hasta cinco micronovelas que no permitirán un segundo de seriedad al lector.
Jane Austen —adolescente gamberra y asombrosamente ingeniosa— imagina un universo de personajes en el que reina el absurdo: parientes que se juntan para emborracharse en familia, un visitante inesperado que se adueña de la casa de sus anfitriones o una asesina que con toda tranquilidad confiesa sus crímenes por carta. El efecto de sus caricaturas, tan inglesas, traspasa épocas y fronteras.
«Como les ocurre a los protagonistas de Juvenilia, Austen es, en su faceta más literaria, una rara avis, extraña y exquisitamente inapropiada». Del prólogo de Julia García Felipe.